De como un partido de fútbol se transformó en una "Caminata de entrenamiento matinal bajo una garúa suave en un hermoso día otoñal en Buenos Aires". [fotos al final]

    Me levanté a las 6:35 hs., con el entusiasmo propio de quién empieza un campeonato nuevo. Ni las olas, ni el viento, ni la lluvia ni el zucundum harían que me detuviese. Me cambié, lo saludé al Papa Bendicto XVI que estaba celebrando su misa de asunción por TV, agarré los timbos, la cámara, la pelota y salí... Y vi... ¡que garuaba! ¿Y me iba a volver? ¡Ni loco! Puse rumbo a la parada del 152, que llegó rapidito -cosa que no volvería a repetirse- y me fui. Eran las 7:13 hs.

    La garúa era persistente. Todavía estaban las luces encendidas de las calles cuando bajé del colectivo. Y empecé a caminar hacia el Campo de Deportes. Ya el viento y la lluvia me hacían pensar en lo peor... Pero... ¿me detendría y pegaría la vuelta? ¡No! ¿Un Vandálo debe detenerse ante la lluvia? ¡Tampoco! Si empezamos con esas achuchadas no vamos a llegar a ninguna parte.

    El puerto estaba hermoso y vacío. Solo volvía la gente del bailongo y los gendarmes estaban ocultos bajo sus pilotos marrones. Yo aproveché a sacar unas fotos. En eso, siento que mi mochila vibra... -¡Ah! ¡Es el celular! Eran las 7:29 hs. Cuando pude atender, escuché la voz de Wally en el contestador que me aclaraba que la "actividad estaba suspendida en el campo". ¿Iba a detenerme? ¡No! Mi objetivo ahora era sacar la foto del cartelito.

    A medida que avanzaba, dos cosas me llamaron poderosamente la atención: una era la mole que están construyendo entre el embarcadero y el campo. El edificio creció increíblemente en 5 meses (y la calle que yo tomaba ahora está cerrada). La otra cosa, era que... ¡no estaba solo! Había otra persona que se dirigía al Campo... ¿quién era? ¿El adversario? ¿Un compañero? ¡Mmmm! ¡Qué misterio!

    Mi amigo misterioso llegó antes que yo al Campo. Vio el cartelito y se fue -él estaba 150 metros adelante mío-. Yo me acerqué, saqué las fotos testimoniales que adjunto debajo y emprendí el regreso. En ese momento, vi que eran dos -ahora- los amigos misteriosos. Estaban resguardándose bajo la lluvia, en el "alero" de uno de los bellos edificios de cemento y vidrio. Me acerqué y pregunté:

-¿Ustedes son de "Unidos"?
-¡No! ¡Nosotros somos árbitros!

    Y confraternicé un poco con los hombres de negro que impondrán justicia en los próximos cotejos. Luego retomé el camino a casa. Cuando quise tomar de nuevo el 152, la suerte me fue esquiva, así que volví caminando con la lluvia azotándome el rostro.

    Y ahora estoy acá, saludando a Schumi -que también está en la TV- y después de haber caminado 4264 metros, me pregunté:

"¿Aurieri Vandali?"