Pensé que en ese globo que volaba con su “nomeolivides violeta” andarían también navegando mis abuelas, justo por encima del escenario, sus corazones recortados en el cielo celeste de Palermo que empezaba a volverse noche.
Los músicos afilaban en las preliminares del concierto por los 100 años del Genocidio Armenio y entre la gente aparecieron claras las señales de la vida y los afectos. Hazmic y Zarman, las hermanas menores de mi abuela Armen, aguardaban atentas desde las primeras filas de la platea. Ni bien me descubrieron en mi bicicleta vinieron sonrientes a abrazarme. Cerquita, del otro lado, una señora en su sillita baja cebaba mate amargo idénticos a como los compartía con mi abuela Mari.
Más allá, en un extremo de la fila, un señor mayor, impecable traje gris y bastón, lucía los zapatos tan bien lustrados como papá. lo miré una y otra vez. imaginé al Viejo preparándose para asistir de punta en blanco al concierto. lo vi divertido admirando el talento y el carisma de rock star del Maestro Pedro Santiago Chotsourian disfrutando de Verdi, Mozart y de su amado Piazzola.
Mezclada entre el público también estaba mi prima, la bella Andrea Majian y su familia, nos cruzamos felices y en abrazos y a J. Simón Tagtachian que siempre lleva cámara, le pedimos algunas fotos, porque las imágenes también son manía de los Tagta.
Mientras tanto, en el escenario “Por ti Armenia”, replicado en todo el mundo, las canas revueltas de Chotsourian acompañaban su Va Pensiero de Verdi “...ay mi patria tan bella y abandonada/ recuerdo tan grato y fatal/....revive en nuestros pechos el recuerdo/ háblanos del tiempo que fue...” que cerró una tarde de viajes, loop por las raíces , el Reclamo y la Memoria.
Anochecía y el Monumento a los Españoles, iluminado por la magia, también se volvió violeta.
Parecía que se había unido para recordar y pedir por nuestros antepasados y nuestra historia. La de todos. (#Nomeolvides).
Magda Tagtachian
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